GELUKWENS, NETHERLANDS!

Las disyuntivas de un Entrenador a la hora de planificar la estrategia de un partido, y las tácticas a desarrollar para lograr el éxito. Uruguay con Lugano, Suarez, Lodeiro y Fucile en el banquillo, y Holanda con De Jong y Van der Wiel lo mismo.

Van Marwijk cambió jugador por jugador,; entraron Boularouz y De Zeeuw. Tabárez tuvo que reestructurar el equipo, intentando disimular ausencias relevantes y pensando en contener la salida por bandas de los holandeses. Por derecha, Pérez y Maxi Pereyra anulando a Kuyt, y por izquierda, Robben sin aprovecharse de la fragilidad de Cáceres y la escasa ayuda de Alvaro Pereyra.

Holanda siguió con la relativa escasa propuesta a la que su vistoso fútbol de Cruyff, Rep, Van Basten, Gullit, Rijkaard, Van Nistelrooy y más nos habían acostumbrado. Dependencia absoluta del trabajo ente líneas de Sneijder y de las diagonales de Robben, más la rudeza no castigada de Van Bommel en el centro del campo.

Tabárez sabía que Holanda salía al ataque por las bandas, y envió a sus jugadores a ejercer una presión correcta sobre el poseedor del balón, así como sobre la salida de los centrales. Funcionó. A su vez, cuando se rompía la presión, los repliegues uruguayos rayaron la perfección.

Las subidas de A.Pereyra eran cubiertas por Gargano, y la de M.Pereyra por Pérez, con el apoyo y cobertura constante de Arévalo. El gol de Gio dejaba en entredicho el planteo uruguayo.

Aún así, el control del juego y los tiempos continuó en poder de Uruguay. Forlán lo coronó con un Jabulani disparado desde lejanía. Empate y a empezar de nuevo.

El ingreso de Van der Vaart dió un poco más de circulación de balón por el centro, aunque sin la continuidad requerida para adueñarse de ese sector del campo. Una jugada en que los celestes demoraron en dar salida al balón originó el 1-2 con un lapsus de desconcentración de la defensa charrúa con la complicidad del línea. El tercero de excelsa calida técnica de Robben parecía sentenciar el partido.

Los cambios en Uruguay refrescaron, no el fútbol de creación, pero sí las ganas de rebelarse contra esa diferencia de goles, y llegó el 2-3 con un final electrizante. Con Forlán ya sustituído, se rayó la hazaña, pero los físicos ya no daban. El tiempo expiró.

Uruguay jugará por el honor y luchará con la gallardía de sus jugadores, que, cumpliendo por encima de lo esperado, demostraron al mundo que el fútbol aguerrido pero leal, con una mixtura de jugadores más técnicos que tácticos y viceversa, con hombría, esfuerzo y espíritu de sacrificio, será la marca que se lleve en el orillo del estilo celeste por muchos años.

Los uruguayos..........SUPIERON CUMPLIR! Los naranjas a la final.