LA CLASE DEL MAESTRO
Un grupo de Amigos. Eso es lo que transmite esta Selección Uruguaya. Ayudas permanentes, solidaridad profunda, espíritu de sacrificio (¡como siempre!), humildad, hambre de cambiar la imagen de la celeste en los últimos mundiales, pero extrañando esa cuota de sufrimiento que tanto caracteriza a los equipos charrúas. Pero es que la superioridad táctica que manifiesta partido tras partido, no permite ni sufrir. Eso sí, marca una conducción desde el banquillo digna de mención. Los ajustes finos en los momentos oportunos. Una gran lección de estrategia y táctica nos brindó el Maestro Tabárez. ¡Enhorabuena!
Los cambios posicionales durante el partido, el saber cortar los contraataques mexicanos, el pasar de línea de 4 a línea de 5, y los cambios que, aunque se pueda decir que fueron un poco tardíos, el resultado final los avala.
La primera parte mostró a México con un 1-4-3-2-1 con Franco de punta intentando pero no logrando superar a Lugano en las anticipaciones, con un juego denunciado y sin variantes que facilitaron la tarea de contención de Pérez y Arévalo, quienes sufrieron cuando se situaban en paralelo y Guardado, Giovanni y Blanco les cogían las espaldas. Corregido ésto, y trabajando ambos en coberturas, posicionándose diagonalmente, facilitaron la tarea de los centrales celestes, lo cual sirvió para disimular los errores de marcaje de Victorino. La pérdida de altura en el centro de la defensa al no estar Godín, más alguna vacilación de Muslera, agrandaron la figura de Lugano.
Uruguay en ataque, con Forlán de líder en las transiciones al recuperar el balón, y Suárez y Cavani alternándose con el mismo Forlán para ocupar todo el frente de ataque; y en defensa, ambos vigilando las salidas por las bandas de Salcido y Torrado. Los tres demostraron una vez más que la calidad técnica es la que rompe todas las estructuras defensivas: el gol, de libro. La visión de Forlán, el centro a un toque de Cavani y el testarazo de Suárez, fue como un ejercicio avanzado sin oposición, de entrenamiento. ¡Brillante!
En el complemento asombró México con la sustitución de Guardado, una zurda extraordinaria. Barrera por izquierda, intentó por banda, pero la disciplina táctica más la responsabilidad defensiva de Maxi Pereyra lo llevó a diagonalizar hacia el centro su juego: fácil para Pérez (ahora por derecha) y Arévalo situado en el vértice más defensivo del triángulo medio.
El cansancio perjudicó la sincronización de los movimientos de la línea de 4 uruguaya al salir hacia adelante para el achique de espacios. El peligro se acentuó con el cansancio de Alvaro Pereyra, lo que exigió a Fucile enfrentarse a situaciones de 2 contra 1 en defensa. La tarjeta amarilla reafirmó ésto. Era momento de corregir. La variante de enviar a Cavani (tácticamente otro fundamental de esta selección) hacia ese sector, pareció controlar las incursiones mexicanas por banda. Al final, la entrada de Scotti para jugar en línea de 5, terminó de neutralizar los escasos recursos ofensivos aztecas.
Las modificaciones en México no alcanzaron para demoler la roca defensiva uruguaya. Con la casta genética de siempre, y con una automatización de movimientos tácticos extraordinaria y difícil de ver en otras selecciones en esta primera fase del torneo, Uruguay termina primero de serie. Aún quedan momentos aislados de desconcentración que pueden resultar decisivos en el futuro, ante pases verticales desde el tercio medio del campo y entre los mediocentros, ante jugadas de táctica fija, cometiendo faltas para frenar contragolpes ante la pérdida del balance defensivo.
Lo logrado es interesante, el futuro es desafiante, pero lo más importante: esta generación de jugadores brindan el sentimiento de ilusión a las nuevas generaciones de uruguayos que no lo han experimentado a nivel de Selección. Hay mimbres para una buena cesta, pero de ahí a llenarla con logros, hay un largo trecho a recorrer. El Maestro y sus alumnos han marcado ya el rumbo....................
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