3 Millones de habitantes, 2 Títulos Olímpicos, 2 Copas del Mundo, exportador permanente de jugadores y Entrenadores, y ahora, una las 8 mejores selecciones de entre las 207 asociaciones afiliadas a la mayor multinacional del mundo: la FIFA.
La celeste ha jugado contra un europeo (Francia), un africano (Sudáfrica), un norteamericano (México) y un asiático (Corea del Sur). Un estilo tradicional contra cuatro estilos disímiles, y objetivo cumplido. Ya entre los mejores.
Analizar un partido de la Selección Uruguaya desde un punto de vista técnico-táctico, esconde un gran riesgo: intentar explicar lo inexplicable.
Un gol tempranero (de nuevo la inteligencia de Cavani, los regates de Forlán y la precisión de Suárez para definir) y un repliegue intensivo para intentar producir salidas rápidas luego de la recuperación del balón. El empate coreano y la "furia" para recomponerse y marcar un gol para enmarcar en un bastidor de museo: ¡brillante!
Lo de siempre: el Táctico por excelencia en el Fútbol es el GOL.
Sabido es que a Uruguay le "duele" que le triangulen a un solo toque, imprimiendo velocidad y progresión en el campo. También se conocían las falencias de los asiáticos en el balance defensivo en el momento de perder el balón. Con estas dos premisas, los equipos prepararon el partido.
Uruguay con su estilo clásico y tradicional, bien agrupado atrás y salidas en velocidad, con Forlán desmarcándose en apoyos a los medios celestes, y temporizando en ataque hasta tener posicionado y equilibrado a todo el equipo. Arévalo y Pérez recargados de trabajo "tapando" los espacios libres que Cavani y A.Pereira generaban por bandas, y haciendo circular el balón en corto. Godín y Lugano expertos en el uno contra uno cubriendo alternativamente las espaldas de Arévalo. Los laterales, tapados en su proyección ofensiva.
Chuyoung libre por todo el ancho del campo, Ki llegando desde atrás, Park marcando los tiempos y dos laterales de recorrido (Duri y Lee Y.P.) comenzaron a complicar los marcajes zonales de los defensores charrúas, faltos de concentración para controlar las invasiones rivales en las zonas a marcar. Los últimos minutos de la primera parte mostraron desconcentración en los celestes, faltos de suficiente comunicación para "limpiar" balones sin aparente riesgo y donde se agudizaron las diferencias en las capacidades físicas con los coreanos.
En el complemento aumentó la movilidad de los asiáticos en zonas de definición, buscando las espaldas de los medios defensivos uruguayos a través de los apoyos de Park. Para completar las complicaciones, la salida del corpulento Dongcook al campo y enviado sobre Victorino para aprovechar los balones aéreos, sirvieron para empatar ante un error compartido de la zona final uruguaya. 1-1 de Lee.
Hasta el empate, Uruguay replegado intensivamente, sin reflejos para anticipar movimientos rivales con y sin balón, y sin refrescar el medio campo pérdido, no daba señales de recuperar el control del juego. Hablábamos de lo inexplicable. Con Pérez asumiendo liderazgo, mejora la recuperación y posesión del balón, la búsqueda de los espacios, sabiendo las carencias y falencias defensivas coreanas. Ingresa Lodeiro para dar el último pase y enlazar con los goleadores. Amor propio, coraje y borrón de lo hecho en los 80 minutos previos, y un gol de antología. http://www.youtube.com/watch?v=lWEq-Fibr9o Pase a cuartos de final. Otro "local" lo espera: Ghana con Gian, Asamoah, Mensah y compañía.
¿Cómo se explica la casta, el coraje, la rebeldía? Analizar a un equipo uruguayo sin considerar los aspectos psicológicos, el factor anímico, lo volitivo, es simplemente desconocer la historia de este pueblo y de sus gestas: hermoso pasado que "condena", futuro incierto que "compromete".
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