Historias

Corrían los años ´80, cuando entrenábamos en las dunas playeras de Montevideo. Eran tiempos de poco balón y mucho carrerón.

Una de las tantas mañanas veraniegas, llegamos a la playa de Carrasco a realizar las mortales sesiones de preparación física, pero esa mañana parecía diferente.

Cuando aún nos estábamos preparando mentalmente para la paliza de turno, aparece nuestro Entrenador con una bolsa de balones. ¿Y ésto? No lo podíamos creer, nos frotábamos los ojos. Algún compañero se acercaba sigilosamente al Mister a oler su perfume etílico.

Ante el estupor del Preparador Físico, pues le quitaban el protagonismo del mes de sufrimiento (para nosotros), el Mister abre la bolsa y deja caer los balones sobre la blanda arena. Pero......oh, sorpresa! Los balones estaban vacíos.

“Muchachos, lo siento, pero con balones vacíos no podemos entrenar. Profe, sin piedad!"

Lo del inicio: parecía una mañana diferente……